Laredo, en el siglo XVI, se convirtió en el principal puerto de la zona, donde atracaba parte de la armada real. Era el puerto que elegían los monarcas para los viajes reales fuera de nuestras fronteras. Los Reyes Católicos y su hija Juana de Castilla, así como su hijo Carlos V seguido de su hijo Felipe II. Laredo llegó a ser la única plaza marítima desde Vizcaya a Galicia preparada para dar saludos con artillería cuando llegaba o zarpaba un viaje real.
En el año 1.556, la llegada de Carlos V a Laredo coincidió con un momento de crecimiento urbano y demográfico en el que las autoridades de Laredo trabajaban duramente para controlar desde el puerto; personas, ideologías de libros prohibidos, mercancías legales, mercancías de contrabando “descaminadas” o mercancías prohibidas “vedadas” tales como oro, plata y armas, mientras vigilaban la costa por el constante acecho de enemigos.
Los mercados eran el principal punto de venta de los productos que pasaban por Laredo: el Mercado de la Plaza de la Villa, el Mercado de las Piras del Pescado, el Mercado del Azogue y el Mercado del Cementerio.
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